Las malas influencias conceden nociones equivocadas y perjudiciales al niño. De una forma general lo único que puede evitar estas malas interferencias es la familia Son los adultos, los padres, que deben ejercer el papel de filtro de las informaciones. Es necesario crear y mantener un canal abierto de comunicación con los hijos, espacios de discusión e de intervención sobre lo que es correcto y lo que no, relacionados a todos los temas, y en especial a la sexualidad. Es conveniente vigilar de muy cerca el entorno y las actividades del niño, para orientarle cuando crea necesario. En la medida de lo posible, no se debe perder ninguna oportunidad para entablar conversación sobre sus dudas, intereses, etc. Siempre es útil en los menores ayudarse con todo tipo de gráficos o dibujos, ayuda mucho en la pedagogía el escuchar y ver para captar mejor el mensaje.
Existe consenso entre los educadores y padres que una de las funciones principales de la familia es el cuidado de los hijos, lo que involucra también su crianza y educación. Sin embargo, una de las quejas más habituales de los padres frente a los medios de comunicación y especialistas, es que no siempre cuentan con las herramientas necesarias para realizar adecuadamente su función, lo que se hace profundamente patente en el tema de la educación sexual.
Son muy pocos los padres que conversan sobre sexualidad con sus hijos. Muchos por vergüenza, otros evitar temas que les resultan incómodos, otros por conocimiento, independientemente de las creencias religiosas que posean y de lo trascendente que consideren la educación sexual. Los profesores tampoco se sienten bien capacitados. Así las cosas, no debería sorprender que los niños y jóvenes se perciban poco informados. ¿Por qué no se habla? Quizás porque no se sabe cómo y por ello antes de enseñar a los hijos propios se debe educar el padre primero. En general se parte de un principio equivocado: la sexualidad identificada sólo con la genitalidad, como se piensa popularmente. Sin embargo, aquella no apunta solamente a un hecho biológico, referido a que las personas tienen órganos genitales que permiten a la especie reproducirse y sentir placer, sino que abarca una concepción mucho más amplia. Implica asumir una identidad y rol sexual; dar y recibir afecto, comprometerse, amar y gozar. Sólo teniendo esto en cuenta se asumirá responsablemente. La sexualidad es constitutiva del ser humano. Hombre y mujer son seres sexuados desde la concepción hasta la muerte. La sexualidad abarca todas las dimensiones de la existencia: lo corporal, lo relacional, lo afectivo, lo consciente (intención y libertad) y lo moral. En todas estas áreas, e incluso en muchas más, se halla presente. Si se parte de estos fundamentos, se facilitará el conversar sobre el tema seriamente.
Considerando las altas tasas de abuso de menores, es importante enseñarles a hacer respetar sus cuerpos entregar al niño un conocimiento adecuado de su sexualidad y de sus propios procesos de maduración física, mental, emocional y social en relación con el sexo, con miras a su formación futura. En segundo lugar, estimular la comprensión necesaria para que pueda manifestar su sexualidad de manera eficaz y creativamente en su actuar posterior como hijo, amigo, novio y, finalmente, como padre.