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Psicologia


Causas de la aparición de los niños tiranos

 

La desestructuración de las familias y la ausencia de criterios educativos en los padres están creando una nueva figura, los "pequeños tiranos", hijos únicos en la mayoría de los casos, que imponen su propia ley en casa.

La aparición de estos diminutos déspotas, casi siempre chicos, de apenas 7 u 8 años, que dan órdenes a los padres, organizan la vida familiar y chantajean a todo aquel que intenta frenarlos, comenzó a observarse hace ya una década en las consultas infantiles. Su comportamiento colérico, más allá de la simple pataleta, hace temer una adolescencia conflictiva y quizá contribuya a aumentar un problema social ya serio: la violencia juvenil.

El afán de llamar la atención, de ser el centro y de poner a prueba los límites es bastante natural en los niños entre 4 y 8 años. El problema aparece cuando se convierte en una actitud permanente y sin frenos. En algunos casos se trata de niños a los que sus padres han rodeado de excesivas atenciones. 

En otros casos, el problema es que sus necesidades afectivas no han sido bien atendidas, y tratan de satisfacerlas por otros medios, haciéndose los chistosos o comportándose mal. Pero aunque buscan reacciones de afecto, solo logran molestar.


En muchos casos, la escasa presencia de los padres en el hogar, y la excesiva permisividad para compensar la falta de dedicación, juegan a favor del ego infantil; en otros, los progenitores, deudores de una cultura dialogante hasta el extremo y en la que no cabe ninguna imposición, pierden de vista su papel y son incapaces de transmitir mensajes coherentes a sus hijos; y finalmente, con tal de evitar conflictos, más aún si se trata de familias desestructuradas o recompuestas, acaban negociándolo todo y también consintiéndolo todo.

Para los especialistas, la mejor prevención consiste en fijar desde el primer momento los límites al niño; establecer lo que se puede hacer, lo permitido, se considera necesario para dar seguridad, dando siempre razones coherentes que el pequeño pueda comprender.

El egocentrismo que se les fomenta, al ser el centro de las miradas en las familias y también de la sociedad de consumo, les lleva a no aceptar que los demás padres, hermanos o compañeros existen y tienen sus derechos. Por eso, al llegar a la adolescencia, “algunos reaccionan a veces con violencia o desarrollan otras patologías porque la realidad les parece intolerable. 

Puede resultar útil para los padres participar en sesiones orientativas, junto con otras familias. Como la capacidad educativa no se consigue de golpe, el contacto con los padres de otros niños puede resultar una clara ayuda. Un grupo de orientación familiar, en el que se discute abiertamente sobre problemas habituales en los hogares, puede permitir recuperar o aprender algunas viejas prácticas educativas.

El elemento esencial del síndrome del emperador es la ausencia de conciencia: "No hay sentimiento de vinculación moral o emocional, ni con sus padres ni con otras personas o instituciones", aunque a veces pueden establecer lazos de amistad por conveniencia. Se debe excluir de este síndrome a los niños que han vivido episodios de violencia doméstica, los que sufren esquizofrenia y también los malcriados, "que tienen conciencia (los valores y creencias que utilizamos para guiar nuestro comportamiento y que está basado en esas emociones)".

 


Álvaro Rojo