La relación entre anorexia y ejercicio es particularmente evidente en la alta prevalencia de trastornos de forma y peso entre las atletas jóvenes, un problema que está teniendo una creciente atención por parte de la medicina deportiva.
A menudo se espera que las jóvenes atletas mantengan porcentajes de grasa corporal significativamente por debajo de las normas para su nivel de edad, lo que unido a las intensas presiones de los entrenadores y padres además de las exigencias propias de la alta competición, puede conducir a aquellas personas que son vulnerables directamente a la anorexia o la bulimia.
En encuestas realizadas un número extremadamente alto de atletas admite usar lo que se ha llamado “conductas de control del peso patógenas”, como pueden ser el ayuno prolongado, vómito, píldoras de dieta, laxantes y diuréticos. Estas técnicas parecen ser utilizadas en la gran mayoría de deportes, pero son más usadas en aquellas actividades que requieren un control constante del peso como por ejemplo, gimnasia, patinaje artístico y lucha. Los luchadores, en particular, a menudo suelen experimentar dramáticos cambios en la ingesta calórica cuando intentar tener un peso particular para una determinada competición y posteriormente, vuelven a un peso normal fuera de la temporada.
El correr, que fue la vanguardia y la actividad principal del boom del buen estado físico, parece tener una evidente relación con la anorexia nerviosa, vínculo que se hace evidente por la atracción que ejerce como forma de ejercicio para las personas anoréxicas.
Al igual que la anorexia, correr proporciona una sensación de dominio, incluso de perfección por medio de la disciplina corporal, para una persona que siente el mundo, por otra parte, como incomprensible e incontrolable.