Como las personas con alguna discapacidad no pueden practicar deporte de igual forma ni competir en las mismas condiciones que las personas normales, se ha creado la categoría del deporte adaptado, también conocido como deporte especial o deporte para minusválidos. Si la actividad física para las personas normales es muy importante, para las personas con alguna discapacidad resulta un hecho de vital importancia, debido a que necesitan potenciar al máximo sus zonas dañadas y compensar sus deficiencias para desenvolverse lo mejor posible en la sociedad.
Los autores expertos han clasificado el deporte especial en cinco fases:
1.- La rehabilitación. La rehabilitación constituye la primera fase de la actividad física adaptada y su objetivo consiste en dotar a la personas que lo requieren, de la movilidad suficiente para lograr su armonía con el entorno y alcanzar una vida, lo más normal posible. En el caso de que la deficiencia sea de tipo motor, la rehabilitación se basa en ejercicios de fisioterapia y en ejercicios correctivos. Si la deficiencia es de tipo psíquico se trata de crear conciencia en las personas, acerca de sus posibilidades; además de contribuir con su integración social. Si la deficiencia es psicomotora, el trabajo será más complejo y se intentará la compensación de la falta de coordinación con la elaboración de un esquema corporal que ayude a mejorar la situación. En todo caso, el trabajo debe ser individualizado y se llevará a cabo por personal especializado; este tipo de actividad tiene pocas posibilidades lúdicas y recreativas.
2.- Deporte terapéutico. El deporte terapéutico tiene como objetivo perfeccionar las destrezas que se han ido desarrollando en la fase anterior, pero con la ayuda de juegos y deportes adaptados a la minusvalía, es decir se pretende que la persona con discapacidad pueda valerse en la vida cotidiana; en este tipo de actividades, existe más autonomía; aunque siguen siendo poco o nada competitivas. Por su parte, se debe considerar que la elección de un deporte u otro depende de una serie de factores como serían los siguientes: tipo de minusvalía, motivación de las personas, medios materiales, etc. Entre los deportes terapéuticos más destacados se encuentran los siguientes: atletismo terapéutico, natación terapéutica, fútbol en silla de ruedas, slalom en silla de ruedas, bolos, dardos, lanzamiento de saquitos de arena, gallina ciega en silla de ruedas, diferentes juegos con pelota, entre otros.
Otra observación importante es tomar en cuenta que este tipo de deporte, al funcionar como parte de un proceso de rehabilitación, cuyos procedimientos médicos, psicológicos, pedagógicos y sociales sirven para el mejor desarrollo de las capacidades de la persona con necesidades especiales, no debe ser nunca un cúmulo de movimientos solamente, ya que posee unos fundamentos pedagógicos y sigue objetivos propios de la actividad. De la misma manera, resulta importante recordar que en el deporte, según su motivación, se realizan esfuerzos que muchas veces superan a los ejecutados durante una sesión individual de trabajo físico; es el caso, por ejemplo, de un parapléjico cuando comienza a practicar un deporte como el tenis de mesa en forma recreativa y se va animando, con esfuerzo, hasta llegar a pelotas sobre líneas a las que antes no llegaba. De esta forma, está trabajando los oblicuos con mayor exigencia, sin darse cuenta del trabajo de fuerza ejecutado; por eso, antes de que una persona con discapacidad comience a practicar deporte, deberá completar su tratamiento de ejercicios individuales, no tener dolores ni zonas inflamadas. En todo caso, siempre es recomendable que el deporte terapéutico comience lo más temprano posible, pero nunca a expensas del tratamiento físico individual.