El trabajo de la concentración está basado en aprender a focalizar nuestra atención en los estímulos relevantes y dejar a un lado los estímulos irrelevantes. Así en deportes que se caracterizan fundamentalmente por la correcta posición, como es el tiro con arco, la focalización de la atención va dirigida fundamentalmente a la postura, la sujeción del arma y la acción de disparo. Todos estos aspectos pueden ser trabajados, entrenados y controlados por el deportista. Para ello el entrenador debe conocer las diferentes técnicas de trabajo de estos y las capacidades atencionales de cada uno de sus deportistas.
En primer lugar, para trabajar la atención, es conveniente conocer y evaluar el nivel de atención que posee el deportista, el tipo de concentración que requiere para la práctica de su deporte y conocer como focaliza su atención. Para ello existen diferentes técnicas, a modo de ejemplo, podemos nombrar el cuestionario presentado por el Consejo Superior de Deportes en el cual se realiza la evaluación de diferentes variables psicológicas para deportes individuales, entre las que se encuentra el control atencional y la capacidad de visualización, es decir, el nivel de concentración del deportista.
Nideffer propone una clasificación de la concentración que se basa en dos dimensiones: la amplitud y la dirección. La amplitud hace referencia a la cantidad de información a la que atiende una persona en un momento dado y la dirección que consiste en dirigir la atención hacia dentro o hacia fuera del deportista. Combinando estas dos dimensiones, obtenemos cuatro estilos diferentes de concentración. Cada situación deportiva requiere un tipo o estilo de concentración, pero en algunos deportes se combinan en función del momento en el que nos encontremos de ejecución varios etilos. Por ello, el deportista debe conocer las diferentes técnicas.