La evaluación de las condiciones de trabajo tiene diferentes metodologías, la más usual es la encuesta de las condiciones de trabajo (las encuestas europeas (EWCS) y nacionales (ENCT) sobre condiciones de trabajo no tienen como objetivo la evaluación de las condiciones de trabajo sino la descripción de una situación), razones para ello han sido su menor coste que otros métodos, su mayor rapidez, y la flexibilidad de su aplicación, uso y análisis.
También la misma naturaleza de los factores psicosociales de riesgo y los riesgos psicosociales, que exige la mediación de la apreciación personal del trabajador, ha facilitado su uso y extensión. Unos y otros utilizan, de diferente forma, la apreciación o valoración por el grupo humano de las condiciones de trabajo. En ellos, no se puede prescindir de la valoración personal del trabajador porque lo que se quiere es conocer su experiencia del hecho o proceso. Además, es la fuente más fiable en condiciones de colaboración. Como dato de hecho, cabe constatar que en la mayoría de los casos, las publicaciones e informes de las evaluaciones de riesgos, se centran en los resultados obtenidos mediante encuestas.
Con frecuencias otro tipo de resultados son inaccesibles, y cuando aparecen en la literatura gris científica las exposiciones son fragmentarias y parciales. Sin embargo, desde una perspectiva metodológica, la inclusión de métodos complementarios a la encuesta parece conveniente debido a que ello evita el error común de la varianza y permite otras vías de acceso a los riesgos psicosociales, presentando una visión más completa de los hechos reales.
Los métodos de observación, discusión de grupo y de entrevista han sido los más considerados como aspectos complementarios. En este sentido, la utilización de métodos complementarios permite no sólo evaluar con mayor precisión, sino discernir aspectos que una única metodología puede no apreciar suficientemente.