Cuando el peso supera un 30% a lo que corresponde por edad, talla y constitución, produce importantes repercusiones en la salud, con consecuencias sociales, psicológicas, laborales y económicas.
Cuando la influencia de los factores psicológicos en la etiología, el mantenimiento o en sus consecuencias resulta relevante, se incluye dentro de los trastornos de conducta alimentaria.
La obesidad es una desviación del peso corporal por encima de los estándares, con una proporción anormalmente alta de grasa sobre la masa total del cuerpo. Se debe a una acumulación de energía sobrante, por un desequilibrio entre lo comido y lo gastado, a causa de una elevada ingesta, poca pérdida de energía o un sistema metabólico menos activo de lo normal.
En el peso de las personas influyen factores raciales y constitucionales, y principalmente, los hábitos alimentarios. No existe un criterio único de normalidad y, aunque se utilizan tablas estándares según altura, edad., se han construido sobre todo a partir de datos de la clase media y raza blanca.
En los países occidentales, la obesidad se ha convertido en <<la epidemia del siglo XXI>>. Su prevalencia se ha elevado en los últimos años, coincidiendo paradójicamente con un mayor culto al cuerpo y la imagen. En nuestro entorno, la frecuencia es máxima de los 50 a los 55 años, siendo superior en las mujeres.
Según datos de la Sociedad para el Estudio de la Obesidad, sufren sobrepeso alrededor de un tercio de la población, y obesidad el 15% (13.3% varones y 16% mujeres, casi un millón más que hace 4 años, de los cuales, entre 700.000-800.000 son obesos graves.