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Vida sana


Adolescentes y animales

A veces, los niños, a partir de una cierta edad, desean tener una mascota porque se sienten arrinconados o abandonados. Cuando hay conflictos con los padres o las cosas no van muy bien en el colegio, los animales tienen una ventaja: su amistad incondicional les permite compensar ese sentimiento de soledad o de falta de confianza en sí mismos.

El adolescente siente un enorme apego por su mascota porque siempre está ahí, con él. Una persona puede abandonarle, pero un animal, no. Aunque no hable un idioma humano, tiene la impresión de que le comprende, que capta sus estados de ánimo, que lo escucha. Sabe que puede confesarle cualquier cosa sin que le juzgue ni desvele sus secretos. Lo único que pide el animal es ternura, un poco de tiempo para que juegue con él y que le dé de comer. En suma, solo pide una relación simple. Y esa simplicidad es algo especialmente necesario entre los 10 y 15 años, cuando tantas cosas en la vida se vuelven complica. En definitiva, se pueden convertir en alguien al que acudir  cuando les surgen situaciones difíciles y en un gran apoyo para los adolescentes. En muchas ocasiones, ellos son los que les dan el motivo para estar alegres y no seguir enfadados por las dudas o problemas cotidianos. Por lo que se puede afirmar que en ocasiones las mascotas actúan como terapeutas, ya que escuchan a sus dueños mientras les cuentan sus problemas, y tras hacerlo, muchos se sienten más liberados pese a que no tengan respuesta alguna.

 


Álvaro Rojo