- Otra consideración muy importante que la persona a régimen debe tener en cuenta es intentar prever que hará en caso de un ataque de hambre. Hay personas que en un caso como este no tiene a su alcance estrategias para poner en marcha, por lo que su conducta se desorganiza y adopta comportamientos inapropiados, tal como enfadarse con los demás o abandonar el régimen.
Existe el caso de varias personas que tienen a un familiar o a un amigo de confianza al que pueden llamar y confesarle sus momentos de hambre y tentación, u otras veces llevan consigo algún alimento de pocas calorías pero capaz de saciar esos momentos. Hay que tener en cuenta que, en caso de una gran necesidad de comer, es preferible ceder a ella, aunque sea parcialmente, que llegar a sentirse mal físicamente y comer con una inmensa necesidad.
- Si la persona cree saber cuál es el trasfondo psicológico de su obesidad, no debe iniciar la lucha contra sus kilos hasta no haber suprimido la causa que los motiva. Si no es fácil eliminarla, o si no puede esperar, debe tomar plena conciencia de que ello le va a suponer una mayor dificultad, y por lo tanto, un éxito menor o menos duradero.
- Debe dividir sus pretensiones de adelgazamiento en pequeñas submetas y prever una serie de premios a otorgarse por la consecución de las mismas. Puesto que los últimos kilos son más difíciles de perder que los primeros, cada submeta que se plantee alcanzar debe ser más corta que la anterior. Por ejemplo, primera meta perder cinco kilos, segunda meta perder cuatro, tercera meta perder tres… Por ésta misma razón no debe pesarse con mucha frecuencia, sino a intervalos cada vez mayores.