Se puede afirmar que la angustia es representada por la gordura, ésta se convierte en el símbolo de la angustia. Es decir, el hecho real de estar gruesa se lo toma como lo terrible, cuando realmente terrible es la angustia en sí. Se toma el símbolo, es decir, lo que activa al programa angustioso por la angustia, y lo que se intenta es combatirla destruyendo tal símbolo. Lo que ocurre muchas veces es que se confunde el símbolo con lo simbolizado, y se dedica a destruir el símbolo de la angustia y no a combatir la angustia.
Por tal motivo, aunque esté delgada, continúa sintiendo una angustia insoportable, por lo que se autoconvence de que aún debe estar obesa, porque de lo contrario no tendrá angustia. Esa sensación de angustia insoportable que siente en su interior le lleva a realizar más dietas, más sacrificios alimentarios, porque está convencida que éste es el único camino para superar su angustia, para evitar que aparezca ésa sensación horrible. Una y otra vez siente angustia y más angustia, que quiere calmar con más y más delgadez. Nunca cree estar lo suficientemente delgada, puesto que la angustia continúa apareciendo.
De esta manera se entiende que la estrategia que usa la enferma para huir de la angustia horrible e insoportable que le produce la imagen de su posible gordura, resulta totalmente ineficaz. El problema no reside en estar obesa o no, sino en que ella siente en lo más profundo de sí misma una angustia insoportable cada vez que se imagina que está gruesa o que puede llegar a estarlo.