El hecho de hablar en público representa un gran temor para la mayoría de las personas, algunos autores indican que es un miedo casi patológico comparable con el temor a la muerte; lo que es algo que llama la atención, puesto que la comunicación con otros es parte fundamental de la vida; la transmisión de información de manera formal y/o informal forman parte del acontecer cotidiano.
Sin embargo, es cierto que no es igual establecer una conversación informal sobre cualquier tema que pararse ante un público con conocimientos previos a dar un discurso o enseñanza de un tema que necesita bases para fundamentarse, y sobre el cual se pueden presentar diferentes opiniones e incluso disertaciones por parte del público escucha.
La oratoria es el conjunto de principios y técnicas que permiten expresarnos, principalmente de manera oral, con claridad, facilidad y sin temores, ante un público numeroso y variado, con la intención de transmitir determinado mensaje.
Para que la oratoria cumpla su cometido de persuadir y convencer, el orador debe poseer las siguientes características:
- Integridad: un discurso será eficaz solamente si el comportamiento del orador testimonia su mensaje, de lo contrario sus acciones desmentirán sus palabras. El auditorio descubre muy fácilmente cuando el orador tiene intenciones turbias o propósitos ocultos.
- Conocimiento: es necesario que el que habla en público posea una cultura general amplia, que le permita contar con un vocabulario variado y adecuado a los receptores, que le apoye a convencer, como para tener razonamientos y argumentos suficientes que puedan defender sus ideas y refutar las contrarias.
- Confianza: la confianza en sí mismo y la verdad de los argumentos despertarán el interés en el auditorio. Una persona reservada, cauta y siniestra no inspira confianza ni predispone a escucharle.
- Destreza: la comunicación oral se beneficia cuando es apoyada por la facilidad de palabra, el control de la voz y la coordinación de los movimientos corporales.