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Nutrición
Del pescado fresco al congelado, ¿cómo manipularlos correctamente?

Cuando hablamos de ahorro y buenas elecciones en los productos congelados, lo primero es saber cuándo comprar algo congelado o fresco.

Una opción inteligente en el caso de que vayamos a comprar algo con mucho tiempo de antelación es adquirir el producto ya congelado. Es un poco desperdicio de dinero y de materia prima comprar algo fresco para luego congelarlo. Salvo, que tengamos un buen congelador que nos pueda hacer ese proceso de una manera muy rápida. Esto es lo que sucede en los congeladores industriales, que permiten hacer una ultracongelación, que es mucho menos dañina e impactante para los alimentos.

El motivo es físico, cuando la congelación se hace rápida los cristales de hielo que se forman son más pequeños. Al ser más pequeños dañan menos la matriz del alimento. Debemos entender los cristales de hielo de los alimentos como pequeñas “cuchillas” que cortan y desgarran las fibras internas del mismo. De manera que una congelación rápida y por tanto de cristales pequeños, lo cortan menos de manera interna y afectan menos a su estructura.

Seguro que habéis visto que cuando descongeláis algo, queda un charquito de agua alrededor. Es el agua que había dentro del alimento, pero que los cristales y la concentración de sales de la congelación han expulsado fuera.

¿Hay alguna manera de identificar pescado fresco?

Existen pautas fundamentales para identificar un pescado fresco: Las escamas tienen que estar brillantes y que no se suelten fácil, sin que haya mucosidad. Los ojos tienen que se turgentes, no se pueden hundir.

Las agallas del pescado deben ser rojizas. Se pueden levantar las branquias, y en caso de que sean grises o amarillas pues lo dejamos en su sitio.

En el caso de que sean cortes de pescado, la carne tiene que ser firme, que no se desprenda, que tenga un color vivo. Por supuesto, conforme pasa el tiempo, cada vez hay más descomposición del nitrógeno del pescado, y por eso empieza a oler a urea o a amoniaco, buenos indicadores que señalan que el pescado no es nada fresco.

Son cosas lógicas, pero hay gente que se aprovecha diciendo “esto huele a mar auténtico” o “mira qué tierno está que se deshace”… y en realidad es un pescado de muy poca calidad.

Hablando de otro productos de las pescaderías, existen también consejos muy importantes a la hora de comprar marisco. El cuerpo de los mariscos no debe llevar manchas negras, mientras que las almejas y demás bivalvos deben tener el líquido interior trasparente, nunca grisáceo o ennegrecido, además, la concha debe estar cerrada y si la tocamos debe moverse, lo que nos indicaría que están vivos y frescos.

Es importante relacionarnos e interactuar con el género, no tengamos miedo a tocarlo, por supuesto con guantes, o a pedir que nos lo enseñen bien para hacer la mejor elección posible.

¿Qué hacemos con el pescado al llevarlo a casa?

Lo situamos en la estantería de máxima refrigeración en el frigorífico. Esta bandeja es en casi todos los casos la inferior, justo encima del cajón de frutas y verduras, ya que ese es el punto más frío del frigorífico.

Un típico error que cometemos cuando queremos enfriar alguna bebida rápidamente es ponerla en la puerta y realmente no es una zona muy fría. Está bien para los huevos, semiconservas, el agua… pero no alcanzaremos un enfriamiento rápido.

Al dejar el pescado abajo, además de estar mejor conservado evitamos así que los jugos del pescado goteen y caiga encima de otros productos contaminándolos.

Es también muy importante que haya espacio entre los alimentos, es muy común que con las grandes compras metamos mucha cantidad de golpe y el aire no circule con facilidad entre los alimentos, este factor es clave para que se pueda reducir la temperatura con facilidad y por tanto se enfríen rápido.

¿Hay mucha diferencia en cómo congelamos y descongelamos un alimento?

Sí, mucha. Ya hemos explicado por qué hay que congelar rápido. Mientras que para descongelar debe ser al contrario, debe ser lento, a ser posible con previsión en el frigorífico. Así se reabsorbe más cantidad de agua y sales, y el aspecto será más parecido al original.

En el caso de tener prisa podemos hacerlo con agua templada si está dentro de un plástico, o con el microondas a poca potencia.

En definitiva, es importante la dupla buena congelación y descongelación. Uno de los dos mal hechos puede arruinar al otro, así que no olvides prestarle atención a ambos procesos por igual.


Aitor Sánchez